Salimos de buena mañana de Lillehammer, no sin antes flipar con la bandejita del desayuno con la que nos sorprendieron en el hotel. Del café mejor no hablar…

Nuestro siguiente destino era Trondheim a 354km, aunque nuestra intención era hacer una parada para comer en Røros a 264km de allí.

Nos esperaban unas 4 horas de carretera, que se hicieron un poco más largas ya que fuimos parando para estirar las piernas, hacer fotos, saludar a los animalitos,… y esas cosas 😉

Y ya de paso, aproveché también para inmortalizar a nuestro compañero de viaje con matricula noruega.

Sobre las 15h del mediodía llegábamos a Røros, un pueblo minero cuyo centro es uno de los más antiguos de Europa. Se trata de un pintoresco y pequeñito pueblo de montaña, con coloridas casas de madera consideradas patrimonio de la humanidad por la UNESCO desde 1980.

Pasear por Røros es como retroceder en el tiempo y sentir que hemos vuelto al pasado en plena producción de su mina de cobre. El centro se concentra en un par de calles con restaurantes, bares, tiendas,… y la verdad, me sorprendió la gran cantidad de turistas que había.

Como ya era tarde para comer y todo estaba hasta los topes, al final terminamos en un peculiar restaurante al que se accedía por un patio lateral y que antiguamente había sido una granja. Doy fe de ello, pues el olor se percibía todavía en el ambiente.

Lo regentaba una amable chica italiana nacida en Florencia, que por cosas de la vida había terminado ahí. Lo curioso del sitio, aparte de la decoración interior con bancos y pieles de vaca, era que habían reconvertido el antiguo gallinero en un moderno baño y que para llamar la atención, habían dejado en un rincón, la malla con la paja y diferentes pisos con gallinas de mentira a modo decorativo. Muy Kitch!!

Además, justo al lado del baño tenían un pequeño establo con cabras. Tras ver nuestro interés en él (lo que tiene ser de ciudad), nos dijo que si queríamos entrar no había problema solo que vigilásemos que eran muy listas y sabían abrir puertas para escaparse O_O

Dimos otra vueltecita por Røros para inmortalizar las típicas casas con el techo de césped.

Y para terminar la foto del día. Próxima parada Trondheim.

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