Este verano, aprovechando las vacaciones y en plena crisis de aeropuertos por el volcán islandés Eyjafjallajökull que colapsó el tráfico aéreo internacional, decidimos visitar Islandia, tierra del fuego y del hielo.

Islandia es una pequeña joya natural donde conviven poderosos glaciares, imponentes montañas, escarpados acantilados, grandes cascadas, aguas termales, géiseres, fiordos, volcanes y enormes desiertos de lava. Un paraíso natural de los que quedan pocos en el mundo, famoso por la volatilidad de su tiempo meteorológico y de los que hay que visitar aunque sea una vez en la vida.

Nuestro viaje empezó con una hora de retraso desde Barcelona y aunque en un principio nos preocupamos, nos consoló saber que el avión sí despegaría… no se puede decir lo mismo de días anteriores.

Durante el vuelo, fue muy curioso ver por la ventanilla, como aparecía el sol en el horizonte conforme más nos acercábamos a nuestro destino. Una imagen la mar de espectacular e ideal para entretenerse durante las 4 horas de vuelo, con la ayudita también de alguna película o serie en la PSP, jejeje.

Llegamos al aeropuerto de Keflavík sobre las 4 de la madrugada y allí tuvimos la primera toma de contacto con el sol de medianoche. Fue muy chocante mirar la hora y observar la luz que había, ni siquiera hacia falta tener las farolas encendidas…

Al llegar con bastante retraso ya creíamos que habríamos perdido el último Flybus. Un bus como el aerobús de Barcelona, pero que tiene como paradas hoteles y apartamentos concretos distribuidos por la ciudad de Reykjavík. Un servicio muy práctico porque se puede contratar online y así ya tienes solucionado el desplazamiento al llegar allí. Para nuestra sorpresa, a pesar del retraso en el vuelo, ahí lo teníamos esperando. XD

Tras una hora de interminable carretera, el flybus nos dejaba a las 5 de la madrugada (3:00 am hora española) en la puerta del que seria nuestro hogar durante una semana. Los apartamentos Bolholt, situados en la calle principal de Reykjavík, aunque a 20 minutitos a pie del centro. La calle Laugavegur es interminable.

Los Bolholt son unos pequeños apartamentos situados en la cuarta planta de un edificio de oficinas. Se accede a través de una puerta con un teclado numérico y es como entrar al mismísimo “Reino IKEA”. Están bien equipados, son tranquilos y disponen de WIFI gratuita. 🙂

Con las maletas desechas, toda la ropa en su sitio y las baterías de las cámaras bien cargadas nos dispusimos a intentar dormir unas horitas Había mucha luz y los islandeses no saben lo que son las persianas. Menos mal que las cortinas son lo que se dice tupidas tupidas… porque sino no habría ni dios que pudiera dormir.

¡¡¡Estábamos en Islandia!!! Uno de los mejores destinos fotográficos del mundo  y al día siguiente, empezaba una semana de emociones y paisajes impresionantes, donde la palabra mas nombrada seria el ¡¡WOW!!

Próxima parada Reykjavik